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Así comienza el prólogo de Stanislaw Estel (alter ego del escritor polaco Stanislaw Lem) al libro de Cezary Strzybisz Necrobias. El comentario de Strzybisz pertenece a una época indeterminada, quizá al futuro, ¡quién sabe!, y guarda cierto parecido con determinadas situaciones que no nos son del todo desconocidas. En el universo de Strzybisz, sin embargo, los espectadores del espectáculo no se sienten directamente afectados, no se muestran heridos por esa sensación morbosa que parece tan propia de nuestros contemporáneos y que sobrevuela de manera multitudinaria en las salas de exposiciones. Los conciertos de podredumbre revestida de colores del arco iris no provocan en el público ni un ligero gesto de indignación. En un aspecto sí coincide el universo de Strzybisz con nuestro propio universo: las artes plásticas se hunden irremediablemente junto con sus obras, aunque la desengañada pasividad de los espectadores se manifiesta de manera bien diferente. Cadáveres cuidadosamente descompuestos copan las galerías de arte; la muerte, expuesta así a la luz del día, se torna espesa y ostentosa. ¿Acaso no les suena de algo este argumento?
No obstante, el mérito de Strzybisz consiste en haber abandonado a tiempo el espectáculo de la muerte y haberse rehabilitado, gracias a las "necrobias", en su papel definitivo de artista. Las "necrobias" son fotografías realizadas con la ayuda de los rayos de Roentgen. Strzybisz atraviesa el cuerpo de sus modelos gracias a los rayos X, y ofrece a los espectadores una nueva filosofía del cuerpo humano, un paisaje desnudo e ilimitado de huesos y esqueletos. En un ciclo posterior, denominado "Pornogramas", retrata el juego del sexo desprovisto de carne, dispuesto en rompecabezas geométricos donde copulan esqueletos saltarines. Stanislaw Estel es categórico cuando juzga el resultado final de la obra de Strzybisz:
Strzybisz "dice la verdad" afirma en el prólogo- y sólo la verdad, verdad que hoy día, si no sufre una deformación artística, pasa por una simpleza.
Largos rayos de Roentgen provocan cuerpos humanos levemente insinuados, esfumados nos dice Estel- como cúmulos de luz láctea. El medieval Totentanz holbeiniano que permanece dentro de nosotros, idéntico e intacto, queda a la vista de todos desprovisto de las huellas culturales de nuestra civilización. La comunión de la muerte con la vida se hace pública, y Estel no escatima esfuerzos en comparar los huesos de Strzybisz con el vigor jovial y la frivolidad apasionada de los esqueletos de Holbein. Lástima que no podamos disfrutar de las 139 reproducciones de las obras de Strzybisz incluidas en "Necrobias" dado que se trata de un libro inexistente, publicado en una editorial ficticia por un artista ficticio. Aunque puedo intentar imaginar la obra de Strzybisz, me hubiera gustado comparar sus resultados, la obra de arte de su universo inexistente, con las obras de arte de nuestro universo, y ver si la anticipación de Stanislaw Lem pertenece a las utopías del futuro o a las cenizas impunes de un desolado pasado. Comprobar, por ejemplo, si la obra de Strzybisz causa el mismo efecto en nosotros que esas "maravillas" que Damien Hirst nos lleva regalando desde la década de los 90. Esos cadáveres inyectados en tanques de formaldehído del tamaño de una piscina, fabricados entre trajes sépticos y máscaras; esa Pareja muerta follando dos veces, compuesta por los cadáveres descompuestos de un toro y una vaca copulando y flotando en agua; esa Madre e hijo divididos, formados por las piezas de una vaca y un ternero partidos por la mitad y suspendidos en formol. Damien Hirst, Mauricio Cattelan, Jake and Dinos Chapman, Piero Manzoni y tantos otros. Cadáveres de animales y excrementos, o cadáveres humanos, que tienen su culminación apoteósica en la obra de arte del científico alemán Gunther von Hagens. Si las fotografías de Strzybisz pudieran ser contempladas podríamos comprobar su obra La Embarazada (una futura madre con su criatura encerrada en el seno, imagen de dignidad y pureza siempre en opinión de Stanislaw Estel- fundida en los claroscuros del roentgenograma) con el cuerpo diseccionado de una mujer embarazada de ocho meses (un cadáver plastificado) que deja ver el feto muerto y que el "artista" alemán lleva exhibiendo por el mundo desde que en 2002 toda su obra fuera acogida por la galería Atlantis de Londres. Doctor en anatomía, Von Hagens ha legado al mundo del arte y de la ciencia la técnica de la Plastination. La realidad, como tantas veces, resulta mucho más terrible que cualquier ficción imaginada. Si lo que le espera a nuestro cadáver es una obra de arte, siempre podremos dedicar nuestro tiempo infinito (que no nuestro esfuerzo) a tan inesperado desenlace. "Está claro como escribe Inés Matute en El Arte de la Muerte- que habrá que aprender a ser cadáver, pues en el desempeño de este honrado oficio (con o sin la ayuda del doctor Von Hagens) vamos a emplear muchos años".
5 comentarios
Supra Vaider High -
Cayetano -
No hay nada de morboso para el artista o el médico, como tampoco lo hay en dibujar usando modelos desnudos. Se trata quizá de una percepción equivocada del "gran público" que a veces imajina obscenidades entre el pintor y la modelo (o para los tiempos que corren tambien entre la pintora y el modelo). Puedo asegurar que, tanto en uno como en otro caso, el estudio de la anatomía humana (por dentro y por fuera) es algo apasionante ...
Otro tema es usar el morbo que producen tripas al aire o cuerpos desnudos para montar un espectáculo que agrade a determinadas sensibilidades (lectores o videoespectadores de determinados medios). Pero no tengo ganas de moralizar, personalmente no veo nada de morboso en uno u otro aspecto relacionado con el cuerpo humano, ni creo que las "tripas" sean algo repugnante, al contrario cuanto más conoces sobre ello más te asombra o maravilla la perfección con la que realizan las funciones para las que están diseñadas. Etc.
carmen -
Enrique -
En otro orden de cosas: celebro mucho que todavía pases por aquí. Un abrazo.
carmen -
Mi conclusión siempre es la misma: por mucho que se quiera "epatar", todo lo que se hace está inventado y hace mucho tiempo, además.
La muerte y la decadencia encanta al gran público: no había más que ver la tele estos últimos días... necrofilia total.